Inicio esta semana la inclusión en el blog de los microrrelatos que escribí con motivo del certamen homenaje a E. A. Poe convocado por "ArtGerust.com" durante los últimos meses del pasado 2009, registrados vía "Safe Creative". Empezaré con aquel en cuya trama intento introducir una vuelta de tuerca respecto a la idea expresada en su poema "The Raven", y que tiene (en este caso) al propio Poe y a dos de los personajes del citado poema (Leonor y el cuervo) como protagonistas.
Cementerio de la Iglesia Presbiteriana Westminster, Baltimore. Nueve de octubre (1849).
Tan sólo cuatro condescendientes almas han asistido al sepelio.
Horas más tarde, el príncipe de los poetas malditos yace al abrigo de las nebulosas sombras de la noche, abandonado a su infausto destino por aquellos a los que un día amó, bajo la húmeda, fragante tierra tapizada de hojas muertas, de la ciudad que asistió a su última orgía de alcohol...
Una fantasmal silueta, lánguida, nívea, envuelta en negra seda, se arrodilla frente al montículo de tierra recientemente allanado. Las lágrimas queman, trémulas, sus mejillas, deslizándose inquietas bajo la liviana tela del velo...
"No estás solo, Edgar... estoy aquí..."
El incesante, atronador graznido de una estremecedora ave cuyo brillante plumaje semeja el ébano, resuena hiriente en la soledad de la noche. Repite sin cesar, una y otra vez, su mortal letanía ("Nunca más..."), impidiendo a la mujer escuchar -como si de una de las pavorosas creaciones de su amado bajo el influjo del opio se tratara-, el agónico, febril estertor, de la lucha contra la madera, ahí abajo.

¡Que bárbaro! :)
ResponderEliminarGracias.
EliminarSaludos.